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Modernización y circularidad: el nuevo ciclo de vida de los activos eléctricos
Datos internacionales muestran que más del 90% de los materiales extraídos se desecha. Chile busca revertir esta tendencia mediante prácticas que alarguen el ciclo de vida de sus equipos y contribuyan a la carbono neutralidad.
La gestión del ciclo de vida de los activos eléctricos es hoy un eje central para industrias estratégicas como la minería, la celulosa, la energía y las telecomunicaciones, entre otras áreas. Frente a la creciente presión por reducir emisiones y optimizar costos, las empresas buscan alternativas a los reemplazos totales de equipos, incorporando soluciones que no solo aseguren continuidad operacional, sino que también reduzcan el impacto ambiental.
En Chile, este desafío se alinea con la Hoja de Ruta para un Chile Circular al 2040 del Ministerio de Medio Ambiente, un instrumento de política pública que orienta la transición del país hacia este modelo de desarrollo que pone el énfasis en el uso eficiente y sostenible de los recursos y que es uno de los pilares del desarrollo sustentable.
En esa misma línea, la Agencia Internacional de Energía (IEA) mediante su informe Net Zero 2050, proyecta que medidas como la eficiencia energética, el rediseño y uso responsable de materiales, el reciclaje y los cambios de comportamiento podrían evitar hacia 2030 alrededor de 1,7 gigatoneladas de emisiones de CO2, consolidándose como una de las principales vías para mitigar el cambio climático. “Es importante contar con soluciones que permitan a las empresas hacer un diagnóstico previo de los equipos, evaluar si están en buenas condiciones para ver qué piezas se deben reemplazar y así evitar convertirlo en un residuo electrónico de forma inmediata”, explica Roberto Lepín, director de Servicios para el Clúster Andino Sur en Schneider Electric.
La importancia de la economía circular trasciende lo local y se refleja también en las tendencias globales. Según datos del informe The Circularity Gap, más del 90% de todos los materiales extraídos cada año terminan siendo desechados, mientras que sólo un 8,6% regresa a la economía a través de la reciclabilidad o reutilización. Esto evidencia que avanzar desde una economía lineal hacia una circular —donde los activos se mantienen en uso el mayor tiempo posible— es clave para reducir residuos, preservar recursos y limitar la huella climática.
En este marco, la modernización sustentable de activos eléctricos se presenta como una alternativa concreta para las empresas. Iniciativas como la desarrollada por Schneider Electric con su programa EcoFit buscan intervenir únicamente en los componentes principales de los equipos sin necesidad de reemplazar todo el sistema. De esta forma, se logra extender el ciclo de vida de los activos, optimizar los costos de operación y aportar directamente al cumplimiento de los indicadores medioambientales que hoy exigen las industrias.
“Cada intervención representa no solo un beneficio económico para el cliente, sino también un aporte tangible en la reducción de emisiones y en el uso responsable de los recursos. Es un modelo que responde tanto a las necesidades de continuidad operacional como a los compromisos de sostenibilidad de la industria”, agrega Lepín.
El avance hacia la economía circular en el ámbito energético y productivo no es solo una tendencia, sino una necesidad ineludible. En un país como Chile, donde la transición hacia la carbono neutralidad al 2050 requiere de eficiencia en todos los niveles, la modernización de los activos eléctricos se perfila como un camino decisivo para compatibilizar competitividad, sostenibilidad y resiliencia industrial.
